Lo que se vive en India es difícil de explicar; origen, verdad, profundidad, entendimiento, alegría, amor, expansión… son algunas de las palabras que vienen a nuestra mente cuando intentamos definirlo. Un país marcado por su cultura, tradición y sabiduría, en el que más allá de todo lo que puedan ver nuestros ojos físicos, se encuentra el corazón del mundo.
Un corazón que late tan fuerte que te sacude en cada palpitar.

Colores, sabores, música y alegría se pueden encontrar en cada esquina de este mágico país. Fe, tradición, honor y humildad marcan el rostro de cada persona con la que tienes la fortuna de toparte en el camino. Un camino diferente al que todas las personas de Occidente nos hemos acostumbrado a transitar; y es por eso que India te reta, de una forma amorosa, para cuestionarte en todo momento qué es lo que realmente vale la alegría en la vida.

India nos enseñó el valor de lo simple, nos recordó la fortuna que tenemos de simplemente respirar y aprender cómo hacerlo de manera presente. Nos invitó a su cultura, a la grandeza de sus dioses y la trascendencia de la humanidad. Nos conectó con nuestros centros de poder y con la energía que fluye en cada célula de lo que solemos llamar cuerpo. Nos enfrentó, nos cuestionó y al final, como una madre amorosa nos abrazo en abundancia y calma para recordarnos cuál es nuestro estado más natural.